Consiste
en no admitir como validos científicamente otros conocimientos, sino los que
proceden de la experiencia, rechazando, por tanto, toda noción a priori y todo
concepto universal y absoluto. El hecho es la única realidad científica, y la
experiencia y la inducción, los métodos exclusivos de la ciencia. Por su lado negativo,
el positivismo es negación de todo ideal, de los principios absolutos y
necesarios de la razón, es decir, de la metafísica. El positivismo es una
mutilación de la inteligencia humana, que hace posible, no sólo, la metafísica,
sino la ciencia misma. Esta, sin los principios ideales, queda reducida a una
nomenclatura de hechos, y la ciencia es una colección de experiencias, sino la
idea general, la ley que interpreta la experiencia y la traspasa. Considerado
como sistema religioso, el positivismo es el culto de la humanidad como ser
total y simple o singular.
· Evolución.
El
término positivismo fue utilizado por primera vez por el filósofo y matemático
francés del siglo XIX Auguste Comte, pero algunos de los conceptos positivistas
se remontan al filósofo británico David Hume, al filósofo francés Saint-Simon,
y al filósofo alemán Immanuel Kant.
Comte
eligió la palabra positivismo sobre la base de que señalaba la realidad y
tendencia constructiva que él reclamó para el aspecto teórico de la doctrina.
En general, se interesó por la reorganización de la vida social para el bien de
la humanidad a través del conocimiento científico, y por esta vía, del control
de las fuerzas naturales. Los dos componentes principales del positivismo, la
filosofía y el Gobierno (o programa de conducta individual y social), fueron
más tarde unificados por Comte en un todo bajo la concepción de una religión,
en la cual la humanidad era el objeto de culto. Numerosos discípulos de Comte
rechazaron, no obstante, aceptar este desarrollo religioso de su pensamiento,
porque parecía contradecir la filosofía positivista original. Muchas de las
doctrinas de Comte fueron más tarde adaptadas y desarrolladas por los filósofos
sociales británicos John Stuart Mill y Herbert Spencer así como por el filósofo
y físico austriaco Ernst Mach.
· Comte, Augusto (1798-1857).
Filósofo
positivista francés, y uno de los pioneros de la sociología. Nació en
Montpellier el 19 de enero de 1798. Desde muy temprana edad rechazó el
catolicismo tradicional y también las doctrinas monárquicas. Logró ingresar en
la Escuela Politécnica de París desde 1814 hasta 1816, pero fue expulsado por
haber participado en una revuelta estudiantil. Durante algunos años fue
secretario particular del teórico socialista Claude Henri de Rouvroy, conde de
Saint-Simon, cuya influencia quedaría reflejada en algunas de sus obras. Los
últimos años del pensador francés quedaron marcados por la alienación mental,
las crisis de locura en las que se sumía durante prolongados intervalos de
tiempo. Murió en París el 5 de septiembre de 1857.
Para
dar una respuesta a la revolución científica, política e industrial de su
tiempo, Comte ofrecía una reorganización intelectual, moral y política del
orden social. Adoptar una actitud científica era la clave, así lo pensaba, de
cualquier reconstrucción.
Afirmaba
que del estudio empírico del proceso histórico, en especial de la progresión de
diversas ciencias interrelacionadas, se desprendía una ley que denominó de los
tres estadios y que rige el desarrollo de la humanidad. Analizó estos estadios
en su voluminosa obra Curso de filosofía positiva (6 vols., 1830-1842). Dada la
naturaleza de la mente humana, decía, cada una de las ciencias o ramas del
saber debe pasar por "tres estadios teoréticos diferentes: el teológico o
estadio ficticio; el metafísico o estadio abstracto; y por último, el
científico o positivo". En el estadio teológico los acontecimientos se
explican de un modo muy elemental apelando a la voluntad de los dioses o de un dios.
En el estadio metafísico los fenómenos se explican invocando categorías
filosóficas abstractas. El último estadio de esta evolución, el científico o
positivo, se empeña en explicar todos los hechos mediante la aclaración
material de las causas. Toda la atención debe centrarse en averiguar cómo se
producen los fenómenos con la intención de llegar a generalizaciones sujetas a
su vez a verificaciones observacionales y comprobables. La obra de Comte es
considerada como la expresión clásica de la actitud positivista, es decir, la
actitud de quien afirma que tan sólo las ciencias empíricas son la adecuada
fuente de conocimiento.
Cada
uno de estos estadios, afirmaba Comte, tiene su correlato en determinadas
actitudes políticas. El estadio teológico tiene su reflejo en esas nociones que
hablan del Derecho divino de los reyes. El estadio metafísico incluye algunos
conceptos tales como el contrato social, la igualdad de las personas o la
soberanía popular. El estadio positivo se caracteriza por el análisis
científico o "sociológico" (término acuñado por Comte) de la
organización política. Bastante crítico con los procedimientos democráticos,
Comte anhelaba una sociedad estable gobernada por una minoría de doctos que
empleara métodos de la ciencia para resolver los problemas humanos y para
imponer las nuevas condiciones sociales.
Aunque
rechazaba la creencia en un ser transcendente, reconocía Comte el valor de la
religión, pues contribuía a la estabilidad social. En su obra Sistema de
Política Positiva (1851-1854; 1875-1877), propone una religión de la humanidad
que estimulara una benéfica conducta social. La mayor relevancia de Comte, sin
embargo, se deriva de su influencia en el desarrollo del positivismo.
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